Un grupo de 23 triatletas del RCM viajaron este pasado fin de semana hasta Sabiñánigo para participar en la prestigiosa marcha cicloturista

A las 5.00 de la mañana del pasado sábado, los despertadores empezaban a sonar en un pequeño hotel de montaña en Jaca. Allí se hospedan la mayoría de los 23 triatletas del RCM, que habían viajado hasta los Pirineos para completar la Quebrantahuesos. La mítica marcha cicloturista, de 198 kilómetros y 3.500 metros de ascensiones, comenzaba a las 7.15 horas.

A escasos 20 kilómetros de Jaca se encuentra Sabiñánigo. Un pueblo que cada junio se convierte por unos días en la capital del ciclismo de carretera, acogiendo a más de 10.000 ciclistas durante un fin de semana de junio. Una fiesta. 

Era el tercer año consecutivo que un grupo de triatletas del RCM viajaba a los Pirineos. Y es que la participación en la QH se ha convertido en una costumbre desde que Rubén Bravo cogiera las riendas de la sección adulta de triatlón. El entrenador destaca: “La QH es una cicloturista considerada entre las mejores de Mundo, que nos permite recorrer unos 200 kilómetros por los puertos míticos de las etapas pirenaicas del Tour de Francia y Vuelta a España”.

Minutos antes de que echara a rodar la vigésimo octava edición de la QH, en un corillo de ciclistas uniformados con las equipaciones azulonas del RCM se escuchó como a uno de integrante de la expedición malagueña decir: “Me lo voy a tomar como un entrenamiento”. Y es que la mayoría del grupo se enfrentará en dos semanas al gran objetivo de la temporada: el Ironman de Frankfurt.

Climatología favorable

El tiempo fue benévolo con los ciclistas. Hizo un día despejado y el fresco solo les acompañó en la primera parte de la ruta. Una vez bajaron el primer puerto de montaña de la etapa, el Somport, y cruzaron la frontera para rodar por territorio francés las temperaturas fueron aumentando.

Ya en Francia, los participantes de la QH Gran Fondo salvaron la Marie Blanque, cuyas rampas en la última parte de la ascensión suponen la parte más exigente del trazado. A pesar del cansancio, los triatletas del RCM alucinaban mientras montaban en bicicleta rodeado de paisaje idílico. Cual estampas de postales se tratara, como la garganta que atravesaron una vez que salieron del tunel que dejaba Laruns atrás para dar la bienvenida al tercer puerto de la etapa: el interminable y precioso Portalet.

Una gran fiesta

De vuelta en España, quedaba el último escollo de la jornada, Hoz de Jaca. Una pequeña ‘tachuela’ ubicada en un pueblo, cuyos vecinos reciben a los deportistas con una gran fiesta. Pero breve, ya que es ahí cuando la fatiga más se acumula y los calambres en las piernas avisan. Así que tocaba seguir dando pedales para liquidar los 30 últimos kilómetros que faltaban para cruzar la deseada línea de meta de Sabiñánigo. La paella esperaba.

Otro reto cumplido para un grupo que hace del deporte un estilo de vida. Y que ya tiene en mente recuperar y ultimar la puesta a punto para la que se les avecina el próximo 8 de julio en Frankfurt. En Alemania, los despertadores sonarán aún más temprano y no bastará con rodar en la bicicleta durante cerca de 200 kilómetros. Primero tendrán que nadar y después les espera un maratón.